El desarrollo intelectual precoz: Una trampa evolutiva

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Leí con asombro el artículo de Juan Carlos Orrego publicado en VEEP, sobre el proceso de aceleración en nuestra educación “No por mucho madrugar…”. Y recordé con alegría a la señorita Gabriela, mi maestra de kínder, generosa en carnes y sabiduría, quien me devolvió de primer grado porque sólo tenía seis años, con un argumento contundente: ¡todavía no tienes uso de razón!

Desde la antigua tradición china hasta la moderna concepción antroposófica, se han señalado ciclos en el desarrollo humano. Cada siete años la onda de la vida se detiene delante de un punto crucial; algo muere y algo nace. Cuando la madre nos pare sólo tenemos un cuerpo físico que se tarda 21 años para madurar. A los 7 años nace el cuerpo vital y esto se evidencia en fenómenos como la muda de dientes y el uso de razón, expresión del ascenso de las fuerzas de crecimiento a la cabeza, para transformarse en fuerzas de pensamiento. 

A los 14 años aprox. emerge un tercer nivel de organización que llamamos el cuerpo emocional, relacionado con la maduración hormonal. A los 21 (mayoría de edad en muchos países) nace el Yo, se revela la individualidad. “Nace el sol en el alma humana” (R. Steiner).

Para cada etapa del desarrollo existe un proceso educativo basado en el proceso evolutivo del ser humano en ciernes.  La educación moderna ignora este proceso e impone el mandato de la cultura materialista de tener a disposición mentes jóvenes y sometidas  a sus exigencias.

Cada época tiene un ideal educativo ligado a los postulados  de la cultura dominante. En la antigua Grecia  el adiestramiento corporal era el punto de partida de la educación y a través del cuerpo se logró la formación del hombre íntegro obteniendo resultados como la conquista de la sabiduría y el sentido de la belleza. Para el romano la meta de la educación era la formación del ciudadano que investido de derechos, tenía una misión terrenal. El ideal era cultivar la facultad de exponer las convicciones por medio de la palabra hablada. El romano relega la cultura física a segundo plano y prefiere el arte retórico.

La civilización medieval tanto pagana como cristiana concibe otro ideal educativo: es el erudito quien ocupa el lugar del orador. Y desde el siglo XV, el intelectualismo favorece esta tendencia.

¿Cuál puede ser el punto de partida de la educación en esta época? Un sólido conocimiento del ser humano debe ser  su fundamento. La Antroposofía pretende proporcionar ese conocimiento. Y ¿cuál ha de ser el objetivo de la educación? El gimnasta griego, el orador romano o el erudito medieval siguen siendo objeto oculto de algunos educadores. O en la educación monopolizada por el estado: el buen ciudadano. O el próspero hombre de negocios cuya meta principal es ganar suficiente dinero para satisfacer sus necesidades egoístas. Todo objeto educativo planteado por intereses estatales, religiosos o económicos actúa en forma unilateral y su efecto final  será destructor en la esfera social al igual que todo principio unilateral que se presenta como universal.

El currículo  de la escuela Waldorf se basa en el proceso evolutivo de maduración de los órganos en el tiempo. Los contenidos de cada grado corresponden a grados de madurez de los órganos.

La Primera madurez es la del Ectodermo: Piel, Sistema Nervioso y Órganos de los Sentidos. Esta madurez se completa a los 9 años. Muchas pedagogías ignoran este aspecto del desarrollo e inician el proceso de formación intelectual antes que el sistema nervioso esté maduro y antes de la muda de dientes. Gran parte de los preescolares basan su oferta en la formación intelectual del niño: computadores, matemáticas, lectoescritura temprana. Los procesos de intelectualización precoz apelan a las fuerzas vitales del niño antes de tiempo y este desgate se verá reflejado en edades posteriores cuando el proceso de degeneración del sistema nervioso alcanza un punto crucial. La primera etapa de la vida está destinada al aprendizaje por imitación y esto se logra especialmente a través del juego libre, de los cuentos, de las imágenes, del encuentro con adultos íntegros.  

Una educación intelectual precoz y el uso temprano de las TIC, favorecen los procesos de endurecimiento y son el terreno propicio para desarrollar enfermedades esclerosantes en la edad adulta. El cáncer es una enfermedad donde el Yo humano y el alma están excesivamente atados al mundo material y esta es una tendencia predominante en la cultura actual. La tarea de revisar la educación actual se convierte en un reto que puede modificar la incidencia del cáncer. 

NOTA: 

Esta columna fue publicada originalmente en el Periódico VIVIR EN EL POBLADO

 

Jorge Alberto Vega Bravo

Médico de la Universidad de Antioquia, con estudios de posgrado en Filosofía, Acupuntura. Es médico Antroposófico certificado con especialización en oncología antroposófica. Pionero de la Medicina Antroposófica en Colombia. Cuenta con amplia experiencia docente a nivel Universitario y en las formaciones de Medicina Antroposófica en Colombia.

Ha fomentado el trabajo de grupos multidisciplinarios a nivel terapéutico, en el centro médico Narabema en Medellín –Colombia en el cual labora como médico independente.

Columnista del periódico local VIVIR EN EL POBLADO en la ciudad de Medellín .

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Esta entrada tiene un comentario

  1. Veronica

    Excelente artículo. Muchas gracias

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