La Psicoterapia de orientación antroposófica, surge como una ampliación de la psicología académica contemporanea desde los aportes que a la comprensión de la naturaleza humana y su relación con el mundo, surgen de la Antroposofía o Ciencia Espiritual, creada por el filósofo austriaco Rudolf Steiner. La antroposofía ve al ser humano como una entidad de cuerpo, alma y espíritu, y constitucionalmente organizado en cuatro corporalidades: cuerpo físico, cuerpo de fuerzas formativas o vital, cuerpo anímico o astral y Yo.
Esta imagen del hombre se encuentra como punto de partida de una Psicología que reconoce al «alma» como realidad y esencia de una verdadera psicología (psique: alma).
La visión antroposófica señala el vínculo estrecho entre los fenómenos anímicos y los procesos fisiológicos del cuerpo. Las facultades de pensamiento, sentimiento y voluntad, que constituyen facultades del alma, se asientan sobre la base orgánica de tres sistemas corporales: sistema neurosensorial, sistema rítmico, sistema metabólico motor. La comprensión de éste estrecho vínculo que une lo fisiológico a lo anímico será fundamental a la hora de comprender y abordar a patología y la salud.
La psicología de orientación antroposófica ve al ser humano como un individualidad (yo) en evolución, una evolución orientada a una ampliación y profundización de su conciencia, de su autoconocimiento, que es en definitiva un reconocimiento de su naturaleza y esencia espiritual. En éste camino, el alma es mediadora entre las condiciones existenciales terrenas (lo que es perceptible con los sentidos) y los impulsos desde lo espiritual, y por ésto es protagonista activa en ambas direcciones, transformandose a si misma en este proceso.
Dado que el desde ésta concepción el ser humano es visto como un ser de naturaleza espiritual, la idea de reencarnación y destino (karma), cobra un lugar particular en la comprensión de las experiencias humanas. Cada individualidad trae un pasado, una tarea para el presente y crea con sus acciones un futuro que formará a su vez un nuevo destino.
También la antroposofía, en su imagen del hombre, aporta a una comprensión ampliada de la psicología evolutiva. Al contemplar el desarrollo humano se observa un proceso de metamorfosis que se despliega a lo largo de las distintas fases de la vida de una persona. En esta contemplación de la la vida humana se identifican fases de desarrollo en períodos aproximados de siete años (septenios). Esquematicamente hablando los tres primeros septenios (0 a 21 años) están ligados a la conformación del cuerpo físico, los septenios cuarto, quinto y sexto (entre los 21 y los 42 años) son fases de desarrollo de lo anímico, y a partir de los 42 años se desarrollan y profundizan los aspectos espirituales del ser humano.
En cada septenio hay necesidades de desarrollo específicas, cambios específicos, y crisis evolutivas que implican conflictos y enfrentan a la persona a retos de crecimiento y transformación. La observación objetiva de las experiencias vividas a lo largo de la biografía individual permite encontrar un sentido profundo a los vínculos humanos, a las dificultades de vida, a las aparentes injusticias o circunstancias que obran en contra en la historia personal, a los retos y tareas, y a los anhelos profundos del alma. De esta forma la biografía se convierte en objeto de autoconocimiento y camino de individuación.
La psicoterapia de orientación Antroposófica, desde su comprensión ampliada de lo humano, enriquece las herramientas diagnósticas del terapeuta, así como los recursos de intervención clínica, permitiendo de esta forma abordar de una mejor manera las perturbaciones de la esfera psicológica.
Por último, la psicoterapia antroposófica, se desarrolla en el contexto de un trabajo interdisciplinar, que involucra médicos, enfermeras, arteterapeutas, y otras disciplinas ampliadas desde la visión antroposófica. El objetivo de éste trabajo es que el individuo recupere su autonomía y se fortalezca su autodeterminación.