Resiliencia ampliada del arte

Por Mabel Sepúlveda

En el año 2007, dí inicio a un nuevo proceso artístico en Medellín mi ciudad natal con 12 participantes. La intención original fue conducir una iniciativa artística que fuera netamente social, con una clara visión de forjar procesos creativos concretos.

Portaba el propósito de que este grupo de encuentro profesara un valor auténtico por los procesos artísticos, que nacieran de lo más profundo de la acción de la voluntad. Fue con ese espíritu mediante el cual rompí el hilo de todo impedimento, incluyendo el económico. Así, manifestaba abiertamente mi intención de sustituir el pago económico por la asistencia de los participantes cumplidamente.

Como mi objetivo fue desde un principio  social, lo que menos quería era que el costo fuera la excusa para acceder a él, por ello al hacer mi invitación dejaba claro que no tendría un costo económico. En cuanto comuniqué la nueva forma de iniciar este ejercicio pedagógico, algunos estudiantes quedaron desorientados, era extraño que esta actividad se ofreciera por fuera de los intereses habituales en el mundo.

Aquella petición de amplio compromiso me aseguraba como maestra de arte, la generación real de procesos artísticos no frustrantes para los participantes, me facilitaba un trabajo con continuidad. En mi convocatoria, invitaba a toda persona que se interesara por hacer una construcción desde lo artístico; amigos, compañeros de trabajo preferiblemente “no artistas”, para que pudieran incursionar en aquello que parecía un privilegio de gremio, de facultad, de academia, de escuela. Como profesora de arte en un colegio en Medellín y como tallerista, tenía la firme intención de demostrar que en cada uno vive un artista, que en cada uno habita el arte, y que, con el desarrollo de un temario artístico-pedagógico, ellos pudieran incursionar en técnicas que les proporcionaran elementos pictóricos determinados y eficaces, que les permitieran alcanzar un medio de expresión coherente a las necesidades de cada uno.

Tal consigna nace por la inspiración del maestro Joseph Beuys,[1]con su doctrina del “Concepto ampliado del arte” y “la Plástica Social”[2], que describe Heiner de la siguiente manera: “Creatividad es una facultad de la gente. Por ello el concepto antropológico de arte se refiere a las facultades creadoras generales. Aparecen medicina, agricultura, así como en pedagogía, derecho, economía, administración. El concepto de arte debe aplicarse sin más al trabajo humano. El principio de creatividad es idéntico al principio de resurrección, la vieja fórmula está anquilosada y debe transformarse en una figura viviente, palpitante, que fomente vida, alma y espíritu. Esto es el «concepto ampliado del arte» que Beuys designó como su mejor obra de arte. No es ninguna teoría, sino una fórmula básica del ser que todo lo transforma”.

Beuys ponía en frente de sus estudiantes la realidad de que cada ser tiene posibilidades creativas que debían ser reconocidas y desarrolladas.  Dejaba en claro que todo aquello que se estudie con un interés y motivación especial, tiene una amplia probabilidad de ser aprendido como algo viviente: en tanto se desarrolle, puede exhibir sus frutos. De tal imagen se desprende necesariamente el concepto de escultura social como posibilidad de experimentar el arte en la vida misma -modalidad poco  explorada hasta ahora-  fundamentada en procesos de “la estética contemplativa” [3]de Rudolf Steiner, filósofo y científico austríaco fundador de la pedagogía Waldorf que enuncia la “visión de un organismo social”.

"Como profesora de arte en un colegio en Medellín y como tallerista, tenía la firme intención de demostrar que en cada uno vive un artista, que en cada uno habita el arte, y que, con el desarrollo de un temario artístico-pedagógico, ellos pudieran incursionar en técnicas que les proporcionaran elementos pictóricos determinados y eficaces, que les permitieran alcanzar un medio de expresión coherente a las necesidades de cada uno".

Regresando a mi situación como maestra de artes, en aquel 2007, decidí que no tenía nada que perder al embarcarme en aquel proyecto artístico, que extendería de manera ampliada a los participantes que apostaran a incluir en su cotidiano el ejercicio artístico; ya desde joven persistí en elegir aquellas cosas que normalmente «no tienen futuro». En mi familia habrían preferido que yo estudiara algo como administración de empresas, o algo que se revirtiera en un valor concreto y por supuesto, material.

En el inicio de mis estudios incursioné en un bachillerato con orientación en artes, sin ponerlo en consideración previa en mil ámbitos familiares, desde esta perspectiva esta profesión no alcanzaría la remuneración esperada, a no ser que yo hiciera algo extravagante que me permitiera hacer poco y vender por mucho, que era la concepción que se tenía de éxito en el ámbito artístico en aquella época.

De modo que este era el parámetro a seguir al culminar mis estudios en una escuela de bellas artes de Medellín. Una vez más entendí que ese camino no era el que yo aspiraba, porque sabía claramente que había mucho por hacer en el campo artístico en relación a lo pedagógico. No quería que mi pasión incursionara por senderos oscuros de frustración desarrollando intensos proyectos de mucha rigurosidad investigativa, que en el peor de los casos se convertiría en un proceso biográfico muy personal comprensible por unos cuantos.

Mi perspectiva laboral se hizo compleja al decidir ser maestra de artes. En mi época de colegio y no creo que esto haya cambiado mucho, los maestros de arte solían ser aquellos docentes de deportes, religión o justo de contabilidad, que necesitaban llenar su capacidad horaria para justificar un tiempo completo en su carga académica.

Tuve que incursionar en un medio con todo por crear, comenzando por el aspecto pedagógico en el arte, hasta la concepción de arte más allá de una técnica, situación que generaba grandes sospechas porque, quién tiene potestad de decirle a alguien cómo crear, es así que estudié: “Licenciatura en Formación Estética”.  Esto me obligó a explicar a cada interlocutor que me interpelaba por el concepto de que lo «estético» que yo estudiaba no permitía avanzar en ningún tratamiento estético capilar, ni tampoco en complejos procesos de manicura. La «estética» que estudiaba era obviamente   la rama de la Filosofía que estudia la belleza y el Arte[4].

Sorteadas todas las dificultades anteriores, en el momento jubiloso y entusiasta de creer que ya estaban listas todas mis herramientas para la enseñanza, vine a toparme con que todo aquello que se estudia para poder enseñar artes, es algo que generalmente se contradice con la realidad del aula de clases con los estudiantes en el acompañamiento de diferentes generaciones. Así que debí agregar una visión más amplia de la pedagógica artística; en tal sentido incluí en mis fundamentos, el estudio de la pedagogía Waldorf[5] que, en contraste con las pedagogías tradicionales, toma al arte como columna vertebral de todo su plan de estudios, y resulta además en una pedagogía “curativa”.

Tal incursión en la enseñanza del arte basada en la pedagogía Waldorf me permitió no perder la esperanza y creer siempre en las capacidades artísticas del otro, en tanto esta se compenetre con la búsqueda sincera de un proceso creativo. Muchas veces este encuentro puede ser tardío y por ende con pocas herramientas para batallar en procesos de índole artístico. Pues es bien sabido que cualquier disciplina exige elementos cognitivos, emocionales y, sobre todo, el ejercicio del hacer para alcanzar su objetivo.

Este primer grupo -un grupo soñado- con aportes diferenciados de muchas ramas académicas -abogados , psicoanalistas, ingenieros, etc., – se sostuvo así entre miles de incertidumbres hasta que hizo su primer ruptura en el año 2012, precisamente, el grupo dejó de mostrar un interés al no exigir  un intercambio económico,  pues, no significando esto un esfuerzo de inversión era fácil que la voluntad se aflojara, presentándose una inasistencia sistemática, muy seguramente por haberse fundado con parámetros desde lo social, no comprensible aún, para los participantes. Por otra parte, el grupo veía inconcebible que tan enriquecedora idea no generara algún tipo de ganancia económica, desdibujando la razón de ser de esta iniciativa. Terminó así, la primera fase de un grupo que más tarde -por medio de diversas metamorfosis- se transformaría en un grupo sólido e incluso persistente.

La nueva conformación se produjo durante el año 2016 y a la cual se le añadió un nuevo factor: ya que realicé un año de voluntariado entre personas con necesidades anímicas especiales (con capacidades diversas) en Alemania, donde viví con mucha desesperanza el propio espejo de mi discapacidad: estando en este entorno, vivencié que la incomprensión del idioma alemán me convertía en una carente más. Experimenté así por algunos meses ser «la muda», sin posibilidad alguna de comunicación.

Aquella fuerte frustración, que no se compensaba con algunos legados, que cultural y familiarmente llevaba conmigo, persistió hasta entender, que, si daba todo de mí, podría participar y acompañar a estos seres humanos. Las facultades exigidas socialmente para encajar, las entendí más tarde como irrelevantes, porque en las limitaciones – físicas o cognitivas- de mis pacientes, se veían compensadas con su capacidad de entrega, su voluntad y su noble corazón.

Antes de encontrarme con estos seres excepcionales se instauraba en mí una gran desconfianza de la condición humana, por juicios y manipulación de información que aún me resultan incomprensibles. Ahora la vida me tenía allí haciendo un voluntariado con personas que, pese a sus limitaciones, siempre tenían el deseo de hacer algo: tomar una sopa, vestirse, trabajar por sí mismos a sabiendas que cada día sería muchas veces un comenzar desde cero. Sus ojos nunca dejaban de brillar con el anhelo de algún día lograr hacer esa pequeña cosa que para mí era tan descaradamente fácil.

Luego de aquel voluntariado, me reconcilié con la naturaleza humana -con mí naturaleza humana- y regresé a mi país con la firme disposición de estudiar Arte Terapia[6]. Paralelamente reanudé el casi imposible impulso de reunir a un grupo variado de personas interesadas en desarrollar procesos artísticos. Y es así, que este impulso porta hoy el nombre de Taller salutogenético “ARTE COMO FUENTE DE SALUD”. Este es el aporte que ofrezco como ejercicio social a mi ciudad, tan fuertemente atacada por la violencia, el narcotráfico, corrupción, y procesos increíbles y casi ficticios de desigualdad.

Tras mi experiencia en Alemania en el terreno de lo curativo reformulé los encuentros de trabajo artístico con mis antiguos estudiantes para capturar parte de su tiempo, contrarrestando los largos períodos que dedican a las series y redes sociales, y así dedicarnos a trabajar en torno al arte; esta vez, con un propósito de construir procesos de salud anímica. Este taller que actualmente tiene lugar en un barrio central de Medellín el cual he adaptado para los diferentes tipos de trabajo que allí realizo con un grupo muy variado de participantes, donde no es una condición tener experticia en el arte para poder participar en estos encuentros. Cabe decir que esta esta nueva etapa se ha adicionado un valor económico como gesto devolutivo al trabajo ofrecido, esto sin perder de vista el ejercicio en lo social. Así fue creciendo el grupo y generando muchas propuestas: ante todo,  se pudo desarrollar cada encuentro nutriéndonos de diferentes elementos artísticos como: ejercicios básicos de pintura, introducción a la teoría de color de Goethe[7], ejercicios de composición y todos aquellos que nos permiten de manera individual y grupal buscar una armonía a los proyectos que vamos plasmando para no perder de vista el ideal, la búsqueda de un equilibrio en la expresión de los temas plasmados.

Este encuentro está igualmente orientado a comprender por medio de tales ejercicios cómo funciona en nosotros la sinestesia de los sentidos corporales, ambientales y sociales.

Parto entonces de mi experiencia: entender el arte como integrador y como el mejor camino para llegar a un conocimiento que conduce a la sana construcción de cada ser. A partir de un espacio cultural y del arte mismo se pueden vivenciar encuentros concretos de paz: un espacio pacífico que se edifica desde un quehacer rítmico. Los participantes han podido vivenciar allí la fuerza que tiene la voluntad y han manifestado expresiones como: “era para mí súper difícil llegar hoy al taller, pero, al menos lo hice, porque si no… ¡Habría sido imposible sobrellevar esta semana!”. Y así voluntariamente han querido participar en estos encuentros, con el deseo de poder hacer un trabajo de auto-observación y así desarrollar un proceso saludable desde el dibujo, el color o el modelado en arcilla. Para impulsar este proceso fue fundamental contar con un planteamiento y exigencia en los contenidos y temas que se debían tratar, y fue así que con ayuda de Thomas Wildgruber maestro Waldorf[8] con amplia experiencias en currículo artístico se le dio al taller un cuerpo académico importante que permitió sostener la construcción de contenido pedagógico- artístico que progresivamente le ha permitido al grupo lanzarse a experiencias tan poco usuales para ellos,  como lo es compartir al público los trabajos realizados por medio de exposiciones pedagógicas y entrañablemente personales.

En estos momentos de aislamiento debido a la contingencia del covid19 y a petición del grupo, hemos ampliado el espacio de trabajo en tiempo. A pesar de tener limitaciones en encontrarnos, compensamos las condiciones de aislamiento con ejercicios que nos permitan reincorporarnos con un gesto respiratorio vital. Concretamente, realizamos ejercicios de diseño de formas con gestos activos de expansión y contracción con la línea,  ejercicios que nos permiten mucha concentración, buscando por este medio plástico, darnos forma, erigir y hacer conciencia de que somos un centro vital. Aunque necesariamente dependemos de un entorno exterior social, estamos dispuestos a no decaer, a no desvitalizarnos y en comunión con el arte, dar la pelea a situaciones tan confusas como las que vivimos actualmente en el mundo. Es aquí, donde he podido ver como progresivamente me encuentro frente a preguntas directas en mí que hacer profesional y donde he tenido que esgrimir cada uno de los elementos profesionales aprendidos para llevarlos a procesos efectivos de acompañamiento en esta circunstancia extrema que hoy nos aqueja en un momento tan increíblemente letal, como lo es esta pandemia.

Construimos así, en nuestros encuentros semanales el impulso de generar una nueva respiración y un ritmo activo, como imagen que llevamos a nuestro desarrollo individualidad cotidiano, irradiándolo para hacerlo extensivo a nuestras familias, como también a los espacios de trabajo, esto ha sido producto del trabajo colectivo en torno al Arte. Estos encuentros no son de intervención terapéutica directa, pero realizamos actividades que permiten un ejercicio social que da vuelo a experiencias artísticas que van desde trabajos individuales a ejercicios sociales y artísticos. Así comprendo hoy el arte como un medio y no como un objeto de lujo perteneciente solo a unos pocos privilegiados.

Por mucho tiempo, se han hecho esfuerzos para que el arte tenga una orientación que se acerque a procesos saludables. El arte es un área que por su diversidad de materiales puede sugerir desde estímulos vitales y emocionales, hasta complejas soluciones intelectuales entendidas desde el proceso y no como resultado. Veo propio y contundente que el arte tome posesión de esos recursos y aplicados de manera responsable, puedan acompañar a procesos saludables. No como una simple catarsis que fácilmente se puede provocar, sino más bien como un proceso construido desde el impulso individual con una orientación guiada y cobijada por un especialista en este nuevo campo multiteórico y multiprofesional; la arteterapia.
Mi orientación como arte terapeuta Antroposófica se desarrolla en el entorno de mis estudios durante cinco años en la Formación Internacional de Posgrado en medicina Antroposófica (IPMT), elijo esta corriente porque me lleva a la profundización de la constitución corporal, anímica y espiritual del ser,  porque su énfasis siempre estuvo en torno a estudios médicos, que nos permitieron profundizar en las cualidades vitales de órganos como el pulmón, el corazón, el hígado y el riñón, además de indicarnos la relación de estos  en lo referente a lo psicosomático en el ser humano. También tuve la fortuna de contar con la maestra Maya Moussa[9] arte terapeuta Suiza, quien nos introdujo a la importante relación que tienen técnicas como el dibujo figurativo, la geometría, el claro-oscuro, el diseño de formas, el dibujo al pastel, el dibujo dinámico, el dibujo en diagonales, la acuarela en húmedo y por veladuras en seco, así como el trabajo de modelado en arcilla.  Lo que más me llamó la atención de esta propuesta específica en arte terapia, es que cada estudio de caso de paciente debe ser remitido y acompañado de un médico antroposófico[10], esto fue fundamental en mi elección de esta corriente porque me dejó vislumbrar un proceso curativo responsable acompañado de profesionales en la medicina.

En este grupo, he intentado acompañar con procesos colectivos y en ocasiones individuales para que los participantes constantemente se pregunten y asuman por sí mismos algunas soluciones a descubrimientos de tipo personal que se van revelando. De esa manera, cada participante se hace cargo de construcciones armónicas y con sentido, que en muchas ocasiones vienen con respuestas inesperadas y muy íntimas, que van dando cada vez más sentido a su propia constitución anímica y a sus cimientos biográficos individuales.

Como proceso metodológico he tomado diversos recursos a partir de recorridos de profundización en temas pictóricos, pedagógicos y filosóficos, que debo retomar a manera de apoyo para que sean un sostén para el desarrollo de las actividades a realizar. También he apelado a procesos artísticos para que cada participante pueda desarrollar sus trabajos, cuidando de no privarme del acercamiento a lo esencial del arte que en el otro vive, como algo auténtico de cada experiencia artística.

Experimento en mi trabajo diario que cuando en una orientación artística hay una guía desde la confianza, puedo desde una visión pedagógica y en ocasiones terapéutica,  tener la certeza de liberar al practicante a sus propias experiencias sensibles-artísticas, allí se hace posible que la voluntad manifiesta pueda crear y recrear movimientos propios del individuo, que en ocasiones podrían parecer no reales, pero que la voluntad de la construcción de un ejercicio los vuelve concretos y posibles en la forma , el color o el volumen. Al dar una instrucción de un ejercicio se plasman formas, que, incluso entregando una misma instrucción a los participantes, se pueden develar rasgos muy auténticos de cada uno, en esa materialización de cada proceso creativo, es donde se lee o interpreta aquello que es propio de una creación.

¿Qué es entonces lo que se manifiesta en la obra de cada participante? ¿Qué vive en él en el momento de la realización de una obra? ¿A qué o a quién se abandona un ser cuando está creando? Siento que más que un abandono hay una entrega a sí mismo donde guiados por sus sentidos pueden desde su voluntad plasmar y plasmarse en su constitución, que de por sí ya viene cargada de sus experiencias anímicas.

En la actualidad estoy intentando documentar y darle trazabilidad a esta experiencia, haciendo pruebas como tomar el ritmo cardíaco, la temperatura y la presión arterial de cada participante antes y después de cada encuentro. Esto, en mi búsqueda de llegar a una sustentación instrumentada de la necesidad vital de incluir en nuestra vida una práctica artística continua, como un verdadero recurso que resignifique en el ser humano la importancia de los procesos creativos, como elemento fundamental para el desarrollo integral del hombre. Con este ejercicio pude presentar un poster científico en el I Congreso Iberoamericano de Oncología Antroposófica, llevado a cabo en el año 2018 en Lima, Perú. (Foto de Poster) 

Con todo lo anterior he podido plasmar esta experiencia de incursión en la pedagógico terapéutico con resultados de aprendizaje significativos en cada uno de los participantes de esta forma de construcción grupal.

Notas:

[1], Stachelhaus, Heiner, 1990, Joseph Beuys, Barcelona, Percifal ediciones.

[2] Joseph Beuys, imprementó en su época una asignatura abierta para todos los interesados en llamada escultura monumental la cual sobrepasó en cantidad de participante hasta 400 superando el “numerus clausus” generando un desborde incontenible de su cátedra, con la afirmación de que hay que estudiar arte o hay que estudiar arte, pues para él era perfectamente imaginable que la academia formara artísticamente a personas que más tarde ejercieran profesiones como agricultor, médico informático , policía, secretaria o ama de casa.

[3] Steiner, Rudolf, 2005, Arte y ciencia del arte, 2005.

[5] La educación Waldorf proviene de las enseñanzas y de la investigación de Rudolf Steiner, quien a principios del siglo XX desarrolló una pedagogía pionera en el área del aprendizaje basado en el desarrollo apropiado a cada edad. Se trata de una educación equilibrada para todo el niño, que parte de la comprensión de su desarrollo evolutivo. Es decir, es una pedagogía que busca educar la globalidad del niño, equilibrando todas sus capacidades, sus potencialidades y su voluntad, y respetando sus etapas evolutivas. En la actualidad es el movimiento escolar sin fines de lucro y en administración libre más grande del mundo, y existen escuelas Waldorf por todos los continentes, incluidas zonas como Suráfrica, Palestina, Europa del Este o Rusia.

https://www.demicasaalmundo.com/blog

[6] Arteterapia antroposófica va más allá de la mera expresión, aunque a veces sea lo primero que necesita un paciente, expresar el dolor, el estado de shock, miedo, rabia o frustración. Arteterapia antroposófica en primer lugar no se entiende como una terapia de expresión más, sino, que se trata de una terapia de impresión.

Queremos proporcionar al paciente impresiones, a través de su propio hacer artístico que le impulsen a desarrollar nuevas facultades, o develar capacidades que ya llevaba dentro, activar su propio ser a todos los niveles, desde sus funciones orgánicas a las que se llega por ejemplo a través de la escultura con barro o se activa por medio del color.

El impacto del propio color sobre el estado anímico se ha investigado a fondo y todo el mundo lo conocemos por propia experiencia, pero normalmente desconocemos su efecto directo sobre la vitalidad y las funciones vitales. En esto nos basamos según las indicaciones y necesidades terapéuticas del paciente. Sin embargo, consideramos el aspecto más importante del arteterapia antroposófica aquella dimensión que transmite al paciente la vivencia y realidad de su propio ser: la experiencia de que no soy mi enfermedad, sino que soy un individuo con su capacidad de tomar decisiones y de ser creativo.

Muchas veces se puede observar que es a partir de ahí que la persona se vuelve a implicar en su propio proceso, que se vuelve a construir un puente desde un ser íntegro anímico-espiritual hacia un cuerpo físico debilitado con funciones vitales agotadas.

Arteterapia Antroposófica se especializa en diferentes artes y su relación con los diferentes ámbitos de la organización humana. https://www.arteaaa.com/blog/queesarteterapiaantroposofica

[7] von Goethe, Johann Wolfgang, Teoría del Color, 2008, Consejo General de la arquitectura Técnica de España.

[8] Maestro titular de curso en escuelas Waldorf en Alemania, Autor de Manual para Maestros y Padres de pintura y Dibujo de 1º.  a 8° grado escolar, Actualmente capacitador en Latinoamérica de currículo artístico y formación de maestros Waldorf.

[9] Formadora y terapeuta, vive en Suiza y España desde 2006. Imparte cursos de arteterapia y formación de adultos internacionalmente, Maestra Waldorf en f en Suiza y Arteterapia Hauschka en Bad Boll Blaubeuren, Alemania.

[10] La medicina antroposófica es una medicina integradora. Se basa en la medicina científica contemporánea, pero está orientada metodológica, diagnóstica y terapéuticamente a toda la persona. Tiene en cuenta el lado físico, mental y espiritual del paciente, así como sus biografías únicas. La medicina antroposófica fue desarrollada en 1920 por el Dr. Phil. Rudolf Steiner y el Dr. med. Fundada por Ita Wegman, se ha desarrollado continuamente desde entonces y ahora se practica como paciente externo e internado en más de 60 países. Funciona multiprofesionalmente como un sistema terapéutico con un concepto común de diagnóstico y terapia.  https://medsektion-goetheanum.org/anthroposophische-medizin/was-ist-anthroposophische-medizin/

Sobre el autor

Mabel Asmid Sepúlveda Acevedo

Estudió artes plásticas en el Instituto de Bellas Artes en Medellín. Licenciada en Formación Estética de la Universidad Pontificia Bolivariana de la misma ciudad y acaba de terminar su postgrado en Arteterapia Antroposófica en el entorno del IPMT realizado en Colombia avalado por el Goetheanum en Suiza.

Es maestra de artes en colegio con 20 años de experiencia y ha acompañado diversos talleres de formación en currículo de artes con enfoque en escuela Waldorf. Realizó por un año un voluntariado acompañando procesos artísticos/terapéuticos en Hohenfried una institución antroposófica dedicada a pacientes con necesidades anímicas especiales en Bayerisch-Gmain Alemania.

Ha acompañado talleres de currículo de artes en su país, además en Perú, Guatemala, Chile, Bolivia y China.

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Esta entrada tiene 7 comentarios

  1. Pilar

    Me encantó tu artículo.

  2. Liliana Gómez Gallego

    Hola Mabel. Me maravillé con tu artículo, tan inspirador y elocuente. Soy profesora de artes en un colegio muy tradicional de la ciudad de Bogotá, y me gustaría conocer más sobre este mundo de la pedagogía Waldorf y la formación en Arteterapia antroposófica. Quisiera ponerme en contacto contigo.

    Muchas gracias por compartir tus saberes de manera tan desprendida y honesta.

  3. Astrid Hincapié

    Querida Mabel, me gustó muchísimo tu artículo. Gracias por compartir con tanta generosidad toda tu experiencia. Un abrazo.

  4. Irene Andrea Vargas

    Me encantó el artículo, y me regala mucha luz en mi propio camino. Un abrazo

  5. Erika Martínez

    Mabel. Que maravilloso regalo compartirnos tu camino, generoso y sensible como tú !!!

  6. Victoria Eugenia Ramírez Castaño

    Mabel, sentí diversas emociones al leer tu artículo, totalmente inspirador, me conecta a lo espiritual, al amor, a la mente, a la salud y a lo que se puede expresar a partir del arte con nuestras manos para sanar nuestro cuerpo y nuestra alma. Te envío un abrazo lleno de luz y amor violeta. Felicitaciones y mi gran admiración por ti amiga.

  7. ANA JOSEFA VÉLEZ TOVAR

    Mabel.Gracias por compartir desde tu ser,pensar y hacer tan significativa experiencia,como estudiante de Psicología,me ha aportado elementos ,para argumentar la trascendencia del arteterapia ,en la sanación del ser humano en todas sus dimensiones.
    Mi admiración,respeto y amor,querida maestra.
    Ana Josefa

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