Sobre la libertad

Quien vive en el espíritu vive libremente,

pues se ha liberado a si mismo de la subordinación.

Nada puede obligarle a él o ella a actuar,

salvo aquello a lo que él desea ser libremente

obligado porque lo reconoce como la vocación más elevada.

 

Rudolf Steiner

(Credo, un escrito de juventud del año 1888)

El tema de la libertad es hoy más que nunca un tema central de la vida humana.  Abundan por doquier slogans con relación al tema:  “libertad de expresión”, “libertad de credo”, “libertad de pensamiento”, «libertad de prensa», “libertad de género”, “libertad sexual”, “libertad de mercado”, “libertad de filiación política”, “libertad de toda coacción”.  Palabras como tiranía, opresión, imposición, represión, credo religioso, ley moral, determinación biológica, despiertan intensas reacciones en el alma.  Sin duda, hay un enorme anhelo por la libertad en el alma del hombre moderno.  Cualquier cosa que parezca amenazarla despierta el impulso de lucha para defenderla.

Más allá de los slogan, sin embargo, está el tema de como se comprende la libertad, y cual es el ámbito de la vida humana donde la libertad es posible y donde no lo es.

Rudolf Steiner se ocupó ampliamente del tema de la libertad en su obra principal “Filosofía de la Libertad” (# 4 dentro de la obra completa), un texto del año 1894.  Ironicamente, aunque siendo una piedra angular dentro de toda su obra posterior, es en general un material de estudio olvidado e incomprendido.  No obstante, es un texto profundamente relevante frente a las problemáticas que día a día nos plantea el mundo actual, y los retos del desarrollo interior del hombre moderno.

Nuestra cultura actual entiende la libertad en términos negativos.  Se piensa la libertad como un estar libre de condicionamiento o coacción desde el exterior, es decir como un vacio.  Por consiguiente ser libre implica rebelarse contra aquello que se percibe como restrictivo o impuesto.  Quién llevase hasta sus últimas consecuencias esta idea de libertad al final quedaría en la nada.  Con justa razón la corriente filosófica del existencialismo ve en la libertad una fuente de condena y de angustia.

Que la modernidad entiende la libertad en términos negativos nos lo muestran las muchas corrientes ideológicas y movimientos culturales modernos.  Nos rebelamos contra todo código moral, contra toda autoridad religiosa, contra la idea de Dios, contra los convencionalismos en el vestir, en el relacionarse, en la vida amorosa, contra el lenguaje, contra la biología, las jerarquías de clase, contra los roles esteorotipados a nivel social e incluso contra el sentido común.  Indudablemente algunas de éstas luchas tienen sentido y se mueven por un impulso interno profundo y elevado y otras son puro capricho.

El impulso inconsciente detrás de esta lucha es la fantasía de que una vez vencida toda coacción se alcanzará la felicidad, la plenitud, la armonía, y por fin se podrá ser uno mismo,  pero realmente lo que nos espera al final de ese camino es el vacío, el sin-sentido, no un yo libre y pleno de presencia, sino un yo empobrecido y debilitado.

Curiosamente, la idea de libertad comprendida en términos negativos, dado que es una libertad que se busca desde la esfera anímica donde la polaridad es ley, realiza continuamente escenarios que son justamente lo opuesto a lo soñado desde el ideal:  la lucha de clases contra el capitalismo lleva a un comunismo opresivo, la lucha contra el machismo y sus injusticias termina en un feminismo castrante, la lucha contra la fe ciega y los adoctrinamientos religiosos en un cientificismo prohibitivo de todo lo espiritual. 

Rudolf Steiner piensa la libertad en términos positivos.  El yo no debe ser libre para ser yo, sino que debe ser yo para ser libre.  Es decir que la libertad no es una “cosa”, un objeto que se alcanza, sino una cualidad del ser.  Una persona es tanto más libre, en cuanto ES como sujeto.

Este “sujeto”, al que se refiere Steiner no es nuestro yo cotidiano, el yo imbuido de opiniones, de simpatías y antipatías, de sentimentalismo, de caprichos, de pensamientos de carácter asociativo, reactivo a las situaciones, cegado de impulsos egoistas.  Este yo cotidiano – nuestro yo psíquico ligado a la naturaleza animal – se encuentra un peldaño por debajo de nuestra verdadera naturaleza humana.  El destino de éste yo inferior – cuando las cosas están en orden- es “servir” a la actividad e impulsos provenientes del verdadero sujeto dentro del hombre: nuestro ser espiritual.

Desde esta perspectiva el problema de la libertad tiene que ver con desde DONDE o de QUIÉN parte la iniciativa de una acción, de un sentimiento o de un pensamiento.  Un impulso puede surgir exclusivamente del ámbito de nuestra esfera anímica – es decir acefalo -, por tanto no-libre, puesto que en el ámbito anímico actúan una miriada de motivos inconscientes provenientes del cuerpo, de la vida, del alma y del entorno:  necesidades, impulsos, instintos, deseos, geografía, etc.  También un impulso puede surgir desde el ámbito de la individualidad, de lo humano en nosotros, éste es el acto libre.  Acercarse a la posibilidad de esta acción libre, requiere, tal y como lo propone Steiner, realizar un camino de ejercitación.  En el caso de La Filosofía de la libertad, éste entrenamiento pasa por la observación y la intensificación de la experiencia del pensar, por la vivencia interior de lo que él llama el pensar viviente, un pensar que se realiza desde la actividad plena de presencia del sujeto pensante.

Libertad positiva significa entonces una libertad para… no se necesita liberarse de nada externo, es la restitución de la plenitud de fuerzas del sujeto, el rescate de su autonomía para un actuar pleno de presencia en el mundo.

Por último, quisiera señalar que viene bien aceptar los límites que el mundo impone.  La capacidad de aceptar la realidad con sus límites es una expresión de madurez y salud psicológica– por lo menos ese era el criterio que la psicología tenía hasta hace algunas décadas.  En la esfera física, vital y anímica, hay límites, leyes que hacen que nuestro mundo sea predecible, estable y posible de ser habitado, un mundo hecho con sabiduría.  Quizás si encontramos ese ámbito donde la libertad es realmente posible, podamos dejar tanta batalla innecesaria, y aceptar la ley en la esfera donde la ley es necesaria, y llevar las “tropas” al terreno donde la batalla más importante ocurre:  el alma humana.

Algunos textos de consulta:

Steiner, Rudolf (2002)  Filosofía de la libertad:  fundamentos de una concepción moderna del mundo.  Editorial Rudolf Steiner.  Madrid (España)

Russo, Lucio (1999)  Amor che ne la mente mi ragiona:  un studio sulla filosofia della libertà di Rudolf Steiner.  En:  www.ospi.it


Sobre el autor

Carlos Andrés Guío Díaz

Psicólogo egresado de la Universidad Nacional de Colombia. Consulta privada en psicología clínica en Bogotá D.C desde el año 2010.    Formación de posgrado en  Psicoterapia antroposófica, durante los años 2015-2019 en el contexto del International Postgraduate Medical Training (IPMT). Coordinador a nivel  Colombia, de las actividades de estudio y formación en Psicoterapia antroposófica.  Miembro de ADMAC  (Asociación para el desarrollo de la medicina antroposófica en Colombia)

www.carlosguiodiaz.com

 

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